En su época había rumores de que era una persona licenciosa y que se le había visto numerosas veces borracho y en compañía de prostitutas. Sus relaciones con sus discípulos, sus visitas de alcoba, en su mayoría mujeres de la alta sociedad rusa, también eran polémicas. Una de sus máximas era: «Se deben cometer los pecados más atroces, porque Dios sentirá un mayor agrado al perdonar a los grandes pecadores». Sin embargo los historiadores no han encontrado pruebas concluyentes que afirmen esta vida licenciosa. Independientemente de su veracidad, esta reputación ha sido trasladada a varias biografías, películas e incluso canciones (Boney M).
Muy atacado por cortesanos y nobles que se sintieron sobrepasados en sus intereses y por la influencia que éste ejercía sobre la monarquía, los rumores que propagaron sirvieron de alimento para los revolucionarios enemigos del régimen zarista. El zar sólo le toleraba en la medida que la zarina lo aceptara, aunque no había decisión del zar que no pasara por la supervisión de él.
Pronto, la nobleza cercana al zar decidió asesinarle en San Petersburgo la noche del 29 al 30 de diciembre de 1916 para acabar con su influencia sobre la zarina Alejandra.
Finalmente, tras varios intentos previos de acabar con él, Rasputín murió 24 días antes de haber cumplido los 48 años de edad. Al parecer el monje ruso primero fue envenenado y más tarde tiroteado, y cuando lo creían muerto, envolvieron su «cadáver» en una alfombra y lo tiraron al río Neva. Pero luego, en la autopsia, se descubrió que murió ahogado. Durante su asesinato le cercenaron su pene (de colosales dimensiones, 28.5 cms.) y sus testículos, que se conservan actualmente en el Museo Erótico de San Petersburgo.
Investigaciones recientes ofrecen la versión de que para el asesinato de Rasputín, se contó con la participación de los servicios secretos británicos.
Si quieres ver más vídeos de Rasputín:
http://www.youtube.com/watch?v=etqw9-85bUY&feature=related
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